martes, 11 de septiembre de 2012


ABUELO,  CUENTAME  UN  SIGLO


“UN  SIGLO  DE  TRADICION  Y  MUSICA  DE  MI  PUEBLO”


P´APU   PIRÉRI

  

UN SIGLO DE TRADICION Y MUSICA EN MI PUEBLO

                                                                    
            La historia de mi pueblo es más de un siglo de música.
           
La música se lleva en el alma, se nace con ella, Mi tierra tiene una historia musical  muy grande, en casa mamá cantaba, la gente la recuerda porque no ha habido nadie que se escuche cantar desde el templo hasta el puente donde empezaba el camino a Charapan.

            Mi papá tocaba la “sétima” (guitarra séptima) y  plasmó sus sentimientos en una tierna “pirekua”  que canta al “lirio morado”, que crece sobre las altas ramas de los encinos, eternos compañeros de los aromáticos pinares de los pueblos  P´urhépecha.

             Ellos nacieron cuando el siglo aún  era un niño pequeño, entre la apacibilidad de los bosques llenos de árboles y las escasas noticias de lo que pasaba en los lugares, donde los campesinos y los indígenas se empezaban a rebelar contra don Porfirio y sus secuaces que se la pasaban arrebatándoles sus tierras.

            Mi mamá me platicaba que mi tío Alfonso Alfaro anduvo en la revolución con unos que se levantaron para rescatar las tierras,  los  agarraron los federales y los fusilaron.

            En ese tiempo la música ya había dado fama a Zacán, Su banda de música salía a tocar en las  fiestas de los pueblos cercanos y  desde muy retirado venían a contratarlos, su repertorio iba desde la música nuestra, sones y abajeños, hasta las polkas y valses de la época , pero sin faltar nunca  la música clásica que desde hacía mucho tiempo habían aprendido de los frayles que llegaron a enseñar la religión y que siempre había sido del agrado de todas las personas en el pueblo.

            En una ocasión vino un General que andaba en la Revolución y al oir lo bonito que tocaban se los llevó a la ciudad de México como su Banda de Música oficial, les ofrecieron instrumentos nuevos, pero ninguno de ellos quiso comprometerse para andar permanentemente en esas aventuras y de uno en uno empezaron a regresarse a su tierra donde tenían su familia, su milpa y su música.

             Después de la Revolución nuestra comunidad igual que todo México quedó sumida en la pobreza y a la pobreza se  sumó pronto una epidemia de cólera que se llevó familias enteras y dejó diezmadas a muchas poblaciones, cuentan que en Uruapan recogían a los apestados en unas carretas y  por montones los llevaban a que terminaran de morirse en un lugar que fue una Empacadora allá por la época de Porfirio  Díaz, cuando terminaban de morirse los enterraban en pozos grandes.
           
Unos años mas tarde empezó el problema de los Cristeros, recuerdo que cuando era  niño,  un día estábamos jugando canicas con otros niños de Tarecuato, cuando de pronto llegaron corriendo los federales y tirando balazos porque los cristeros estaban acampados en el atrio del templo, mataron a muchos, a otros los dejaron colgados en uno de  los fresnos que todavía esta frente a la iglesia. 

 Uno de los cristeros que se había separado del grupo del atrio  se fue a ver cómo hacía adobes un señor en una casa cercana, al oir la balacera se enterró en el lodo y ahí estuvo hasta que se fueron los federales, eso lo salvó de que lo mataran. Después hicieron una fosa común y enterraron a todos los que habían muerto en el enfrentamiento.

A pesar de esos problemas los niños de mi pueblo acudimos a la escuela en donde  aprendimos a leer y a escribir, la escuela funcionaba  en un troje en el centro y en el atrio de la iglesia, recuerdo que el maestro era una persona muy entregada a su trabajo y además era muy aficionado a montar obras de teatro que se presentaban en fechas especiales para el gusto de toda la población. 

Tengo también un recuerdo muy presente de estos tiempos en los que casi toda la gente sabía tocar algún instrumento de música y participaba en alguna de las bandas.

Aunque el amor por la música estaba presente entre casi toda la gente, algunos creían que ser músico era dedicarse a la borrachera, cuentan que en una ocasión  uno de grandes compositores que ha compuesto conocidas melodías iba al campo y  un borracho le preguntó:
- ¿A donde vas?
-          Voy al campo.
-¿Y ahora cuantos tienes estudiando para borrachos?
-¡Con que tú no eres mi alumno y mira como estás!

Cuando reventó el volcán, mi papá y yo veníamos de hacer los trabajos de la cruza rumbo a la población de Zicuicho allá por un lugar  que le llamamos “Uancho”, eran como las tres de la tarde y a lo lejos por el lado de  Parícutin se veía una columna muy grande de humo y entonces mi papá me dijo:

-          ¡ Mira se ha de estar quemando allá por el rumbo del aserradero de  Camiro!,

Llegamos y comimos y cuando estaba obscureciendo empezaron a llegar las gentes de Parícutin venían llorando, muy asustados, decían:

-          ¡ La tierra se esta quemando!.

Habían traido sus animalitos, caballos, borregos, vacas,  gallinas y todo lo que pudieron traerse.

Entonces fuimos a “devisar” desde el cerrito de la pila lo qué estaba pasando, sólo se veía una columna muy grande humo, los  truenos se oían como ráfagas, seguimos yendo a verlos los demás días y otros de plano se animaron a acercarse hasta el terreno donde se había abierto la tierra.

Temblaba muy seguido y cuando estabamos viendo desde lo alto del cerrito mirábamos cómo la tierra se  iba  moviendo y la ondulación caminaba del volcán hasta donde estábamos parados.

Antes de que reventara el volcán  temblaba muy seguido, y cuando ya reventó siguió temblando durante mucho tiempo, la columna de humo no la dominaba  el aire y se levantaba por muchos kilómetros, la arena se iba hasta muy lejos, algunas veces caía con agua y se  pegaba en las ramas de los arbolitos, los que con el peso de la arena y el agua terminaban por degajarse por eso en los lugares donde antes estaba lleno de pinos volteaba uno y veía sólo palos como estacas.

A los animales teníamos que sacudirles su rastrojo y las hierbas que se comían, aún así cuando los mataban  para comerlos se les encontraba arena en el librito.

            Pocos días después cuando  ya empezó a echar lumbre el volcán regresábamos a nuestro mirador en el cerrito y entre asombrados y asustados veíamos al volcán como   un castillo todas las noches.

Aquí en la casa se quedaron a vivir durante algunos días unas personas de Parícutin,  otros se fueron a alojar con otras familias de aquí de Zacán, una señora que todavía vive, viene a vender pan a San Lorenzo ella dice que vivió en casa de tío Martín Valencia y cuando conoce a alguna de las gentes, les pide que les saluden a las familias que recuerda con agradecimiento.

 Otras personas se quedaron a vivir y empezaron a sembrar terrenos de gente de aquí, fueron siempre bien recibidos, la gente les ayudaba mucho, desde hacía tiempo los dos pueblos se llevaban bién y cuando llegaba la Fiesta del 6 de agosto nosotros íbamos a Parícutin , allá se daba mucha pera.

            Las tierras se llenaron de arena y ya no se pudo cultivar nada si uno sembraba, las matitas se quemaban, al no tener qué comer, los animales se empezaron a morir y todo empezó a escasear,  parecía que el coraje del volcán iba aumentando y fué entonces cuando nos empezamos a ir a otros lugares, los truenos se hicieron cada vez más  fuertes y la arena comenzó a hacer que los tejados de los  trojes y las cocinas se cayeran.

La gente pensó que ya no habría remedio y que  era necesario irse a otro lado, nosotros  nos fuimos a Zicuicho como a 10 kilómetros al norte de Zacán, desde ahí pero mucho más retirado veíamos el volcán, después nos fuimos a Paracho, donde duramos cuatro años, otras gentes se fueron a Charapan, algunos más a San Felipe y otros  a Uruapan, Los Reyes y a Zamora.

            Aunque no se apagó el volcán, regresamos al pueblo, otras familias nunca más volvieron, compraron sus solarcitos, construyeron sus casas y se enseñaron a hacer guitarras, por eso en Paracho gran parte de las familias llevan algún apellido de Zacán.

            La erupción del volcán es una de las causas por las cuales gran parte de la población de la región, tuvo que salir a buscar trabajo y hogar a lugares cercanos y también a los Estados Unidos de Norteamérica.

En el año en que reventó el volcán en 1943, vinieron de fuera a hacer contrataciones para ir a trabajar a los Estados Unidos, después supimos que estaban enredados en la segunda guerra mundial y necesitaban trabajadores que les cultivaran sus tierras y  produjeran alimentos  para su población, les fabricaran armas y mercancías para sus gentes,  muchos de aquí que no tenían  tierras ni animales que cuidar se fueron al norte y los que  eran dueños de  tierras y bienes se quedaron en el pueblo.
           
 Algunos de los que fueron, se quedaron allá hasta por unos 10 años y son ellos  quienes trajeron a la comunidad costumbres diferentes, traían harto dinero, se vestían diferente y hacían cosas diferentes, recuerdo que uno de ellos cuando regresó, trajo el primer camión y la gente  fue hasta muy retirado a verlo llegar y a ayudarle a avanzar en el angosto  camino de San Juan Parangaricutiro a nuestro pueblo.

Fue  esta persona la que también trajo por primera vez un radio y cuando la gente oyó el radio empezó a cambiar su gusto por la música clásica y  comenzó a oir las “piezas” (mambos, boleros, danzones) las señoras de mi pueblo decían que sólo las “peladas” las bailaban.

Así fuimos cambiando en la forma de vestir,  dejando de hablar únicamente el P´urhépecha, de bailar solamente los sonecitos y abajeños, los músicos de nuestras bandas y de nuestras orquestas dejaron de tener el gusto por las buenas ejecuciones musicales, el equilibrio en las intensidades de las melodías y empezaron a preferir la estridencia y la fuerza.

  Y después vino la carretera, antes la brecha pasaba por la población de Parangaricutiro a donde llegaban las “flechas” de Los Moscardo y de el Sr. Primitivo caballero, uno que otro camión de carga y carretas tiradas por bueyes,  al quedar llenos de arena los terrenos hubo necesidad de abrir un nuevo camino, por eso se empezó a construir con balastre y puentes de material.

Mucha gente del pueblo se fue a trabajar a pico y pala y este fue uno de los trabajos que permitió que mucha gente tuviera trabajo, entre los contratados hubo un grupo que nos organizamos y al darnos las tareas  nos íbamos ayudando entre nosotros para terminar pronto, pero había un capataz que era de aquí mismo y nos acusó con los contratistas para que nos sacaran, pero al investigarse se supo que era una vil mentira y continuamos en la obra.

La carretera nos fue de utilidad porque tuvimos trabajo para mantenernos, llegaron gentes de otros lados a ver el volcán, pero también  gentes que se llevaron nuestras riquezas,  a traernos otras costumbres.

En ese tiempo en la  comunidad no había luz eléctrica, cuando se necesitaba alumbrar por las noches utilizábamos ocotes que se colocaban en piedritas lajas que salían de las bardas, o en una especie de atriles de madera que conocíamos como  “churingos”, cuando había una fiesta,  la plaza se llenaba de churingos que alumbraban el lugar.

Luego llegó el petróleo y empezó a utilizarse en las lámparas, hasta que un día del mes de diciembre, cuando regresábamos de un rancho cercano a Zacán, se nos hizo noche en el camino y a lo lejos empezamos a ver un resplandor por el rumbo del pueblo, se oían la música y los cohetes, nos preguntamos qué estaría pasando, cuando llegamos la luz eléctrica estaba iluminando las calles desde los postes de cada esquina y la gente contenta decía:  ¡Parece como si fuera de día!, ¡Estábamos tan contentos que no nos queríamos ir a dormir ¡.

Nuestro pueblo está en un lugar muy alto y no hay manantiales superficiales, de vez en cuando se escasea verdaderamente el agua, la que nos llega a la pila viene de unos destiladeros en el  fondo del “cerrito” que parece que fue hace muchísimo tiempo un volcán, por eso el agua no era suficiente para lavar y para otros quehaceres y la gente tenía la costumbre de ir a otros destiladeros cercanos   a lavar la ropa y a bañarse.

Cuando había bodas o fiestas hasta allá se llevaba a lavar el nixtamal para hacer los tamales o “kurundas” en nuestro idioma, para tener agua en la casa la acarreábamos de la pila en cántaros y en “maromas”, nos gustaba ir al  agua, porque ahí podíamos ver a las muchachas y platicar con la  novia, ahí nos juntábamos con nuestros amigos a contarnos nuestras alegrías y nuestros sinsabores  en algunas ocasiones a cantar pirekuas a las muchachas del pueblo, ahora a todas las casas llega el agua, pero la pilita sigue siendo un lugar para juntarnos.

La música ha sido la razón de ser de nuestras gentes, ahí nacieron grandes músicos que formaron  varias bandas  y orquestas que han acompañado las tradiciones, ahí nacieron  las pirekuas(canciones) “Flor de canela”,  “ Josefinita”, “  Muchacha tarasca”, “Sesánhari”(cara bonita), “Charandita” “Tatá Cesario”, “lirio Morado” y muchas otras que no terminaríamos de  nombrar.

            La danza no puede faltar, donde nos gusta y amamos la música la acompañamos también con movimientos y reverencias, el 6 de enero se organiza la danza de “Los viejitos”, el día 24 de diciembre “Los negritos”, “los Pastores “ y los “Jelelelés” a medio año “ Los Moros”, “las uananchas de Santa Rosa” que se encargaban de cuidar y “enrosar” (poner flores)a la Virgen.

            Cuando creíamos que nuestras tradiciones iban a perderse, los jóvenes empezaron a interesarse en ellas, han querido conocerlas, pero lo mejor de todo, fortalecerlas, rescatarlas y compartirlas, ahora se organizan concursos donde nos reunimos las comunidades de La Sierra, de la Cañada de los Once pueblos y del Lago de Pátzcuaro  y podemos decir que nuestra cultura ha estado viva,  vale y que a pesar de los cambios, es nuestra fortaleza y debemos luchar por conservarla.


                                               Zacán Michoacán, 15 de agosto de 1999

 Eloy  Valencia  Alfaro
                                   P´APU   PIRÉRI   





EDMUNDO CAMPOS GALVÁN
El Tata K´eri de Zacán
(1912-2009)

                                           Por  Mtro. Andrés Campos S.

Edmundo Campos nace en la comunidad indígena de Zacán Michoacán, el 18 de diciembre de 1912, en medio de uno de los acontecimientos armados más importantes y significativos de la vida histórica de nuestro país, la revolución mexicana. Hijo legítimo del capitán revolucionario Tomás Campos Sosa y de la señora Martina Galván Campos, ambos oriundos de la misma comunidad de Zacán.
Como todos los niños indígenas de su época, Edmundo tuvo una infancia difícil por las circunstancias propias que los pueblos vivían en torno a la revolución y en su caso aún más, pues su padre era un personaje activo dentro del movimiento armado y esto le hacía más difícil su existencia ya que no contaba con su padre por largos periodos.
Siendo un adolescente de tan sólo 15 años de edad, sufre la pena de perder a su padre quien muere por enfermedad en 1927. A partir de ese momento, el hijo del revolucionario crece al lado y bajo la tutela de su tío, el señor Marciano Galván Campos quien prácticamente lo adoptó y le enseñó a trabajar en las labores del campo pues por otro lado el joven estaba tomando las riendas y responsabilidad del hogar por ser hijo único de familia.
Durante su juventud estudió música con su tío Martín Campos Sosa en compañía de sus primos Pilar y Expedito Campos con quienes se integró años más tarde a la banda musical del pueblo de Zacán, bajo la dirección de los maestros Juan Aguilera y Leobardo Medina, tocando Barítono, saxor y percusiones.
Como es tradición en nuestra comunidad, todos los varones niños, jóvenes y señores participan en la danza de la adoración del niño Dios, los días 6, 7 y 8 de enero de cada año,  principalmente por manda y cargo, y en pago a los milagros o favores recibidos por el niño Dios. Él no fue la excepción y se inició así en el apasionante mundo de la danza, primeramente bailando como danzante de fila. (Viejito)
En 1936 contrajo matrimonio con  la señorita Juana Ortiz López con quien procreó tres hijos, Tomás, Julián y Celina.
En 1944, a consecuencia de la erupción del volcán Parícutin, emigró a los Estados Unidos de Norte América para trabajar de bracero al igual que muchos miles de campesinos damnificados por el fenómeno natural. 
En 1946,  junto con algunos integrantes de la danza y unos cuantos músicos de la orquesta inician los esfuerzos por reactivar las actividades y festejos de la comunidad de Zacán, pues el calendario de celebraciones religiosas y paganas se vio seriamente afectado principalmente por la ausencia de la gente que salió del pueblo a vivir a otras comunidades, a consecuencia de la abundante arena volcánica que invadía los predios y las casas de los pueblos aledaños al Paricutin, desde 1943.
Es en ese año 1946, y siendo carguero en turno el señor Prisciliano Jacobo,  Edmundo  comenzó a bailar de Tata K´eri, (personaje principal) en sucesión del señor Antonio Alfaro quien por su avanzada edad le hereda el cargo y la responsabilidad del personaje entregándole en sus manos, la máscara y el bastón de mando, en el entendido claro que  anteriormente la sucesión del Tata K´eri era toda una ceremonia y no cualquier persona podía asumir y encarnar tal responsabilidad, ya que el personaje requiere y exige un alto nivel de compromiso, liderazgo y sabiduría, además de una habilidad extraordinaria para bailar. De esta forma se convirtió en la tercera generación familiar de dicho personaje ya que su abuelo paterno, el señor Higinio Campos interpretó el Tata K´eri alrededor del año 1860 y su padre Tomás Campos portó la misma máscara y bastón de mando a principios de 1900.
Su primera pareja en la danza, bailando e interpretando el personaje de la Amanba o Maringuía fue el señor Pedro linares y posteriormente los señores Luis Ramos, Fidel Huéndo y Loedegario Morales (Tío Lolé)
El 15 de enero de 1948, contrajo segundas nupcias con la señorita Juana Salceda Valencia con quien procreó ocho hijos. (Luis, Juan, Ubaldo, Justino, Martina, Victoria, Gilberto y Andrés).
Edmundo Campos encabezó la danza de los viejitos de Zacán durante 37 años en forma consecutiva, entregando su amor a la danza y a su personaje, marcando con ello una época y un estilo único; Fiel a sus creencias e ideales y brillante por su encantadora forma de bailar. Es por ello que hoy forma parte de la lista de honor de los hombres que dejan huella no solo en el recuerdo de la propia comunidad sino en la memoria del arte universal y de la humanidad.
Dejó de bailar el 8 de enero de 1983, a sus 71 años de edad, no sin antes encomendar la responsabilidad, el conocimiento, el amor y el respeto por la danza y en especial por el personaje del Tata K´eri, al último de sus hijos, Andrés Campos quien debutó bajo su tutela el 6 de enero de 1991 como Tata K´eri cumpliendo así con el compromiso y la responsabilidad de transmitir y heredar el personaje a la nueva generación logrando con ello, la permanencia de una dinastía y un linaje que ha tenido el honor de danzar con la misma máscara por mas de 150 años.
Murió el 23 de julio del año 2009 en la cuidad de Zamora, Michoacán,  a los 97 años de edad. Sus restos yacen en su amado pueblo de Zacán.  
 

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