viernes, 23 de octubre de 2009

Fiestas Costumbres y Tradiciones P'urhepecha

LAS ANIMAS
Los Soldaditos almas

+ La noche de muertos, un ejército de almas visitan las casas de los difuntos recientes.
+ Destrozarán cualquier obstáculo que encuentren a su paso, dejándolo inservible.
Lamberto HERNÁNDEZ MÉNDEZ
ZACÁN, Mich.- No solamente la Isla de Janitzio o las riberas del Lago de Pátzcuaro son poblaciones donde se llevan a cabo ritos o ceremonias para sus fieles difuntos durante el uno y dos de noviembre, principalmente la noche de muertos, sino también en las comunidades indígenas de la Meseta Purhépecha, de entre las que destaca Zacán, ubicada a 40 kilómetros de Uruapan por la carretera a Los Reyes.
El día primero, se dedica a los difuntos niños y al día siguiente, a los difuntos mayores, los familiares de aquellos que se nos han adelantado en el camino eterno, preparan comida para todas aquellas personas que acudan a participar en la elaboración de un altar en su honor, con la foto del fallecido, fruta y bebidas preferidas, algunos recuerdos y debidamente adornado con flores de la temporada y papel picado; familiares y amigos le llevan su respectiva ofrenda, la cual será llevada el día dos al panteón del pueblo y ahí repartirán a todos, el contenido de la ofrenda; habrá música y bebidas en el panteón donde incluso, muchos llevan comida al camposanto.
Pero la noche del uno al dos, es especial en esta población, se practica una especie de danza o ceremonia a cargo de los soldaditos almas que todo lo destrozan, todo lo destruyen a su paso o consideren obstáculo; al llegar a la casa del difunto reciente, entran formados por la puerta y salen por el solar, regularmente; comen nacatamales y la bebida preferida del difunto. Bailan y escuchan música.
Es una de las tradiciones poco conocidas, la que se celebra en Zacán la noche de los fieles difuntos; una tradición que se cumple marcialmente desde hace muchos años y que no ha sido difundida, tal vez por ignorar su origen y el significado. Son pocas las personas que pueden platicar por qué un grupo de jóvenes conocida como cuadrilla, al mando de un comandante y un capitán, marchan y corren, llevando en sus manos un arote simulando un arma larga, para visitar la casa de los difuntos que han dejado este mundo terrenal durante el año reciente.
El espíritu indígena en busca de la mejor ruta de traslado hacia los ignotos lugares de allende la muerte. Dado que esto de la vida y la muerte sigue así, San Pedro Zacán no es la excepción. Ahora que se establecen días de guardar, días feriados, días para esto o lo otro; con la cercanía del uno y dos de noviembre, San Pedro Zacán se prepara para, unido, tratar de encontrar el sendero más propicio para el descanso eterno de las almas de sus difuntos. Todos participarán, unos con las acostumbradas ofrendas de frutas, pan o licores del gusto, otros con la preparación de los nacatamales que se habrán de repartir a los acompañantes, otros pondrán la música, los más, a hacer el recorrido por todo el poblado. Pero, sobre todo, se preparan los que habrán de representar a las almas.
Desde el tiempo todo, nadie lo recuerda con claridad, ya se tomaba al soldado como figura representativa de las almas zacanenses en el viaje que ellas hacen para encontrarse en el mar del olvido-reposo. A esas almas en pena, algo las debe caracterizar; justamente las acciones de la soldadesca en las batallas, hacen las veces de nuestras almas. Tal vez porque a los españoles-soldados, cuando la susodicha conquista, se les permitía –con cierta aura de divinidad–, cualquier acción sin que nada ni nadie pudiera reprenderles por su proceder. O bien, porque el soldado simbolizaba para los indígenas la cercanía con la disciplina, tal vez rectitud, quizá entereza, determinación y fuerza. De allí el disfraz de alma-soldado. El agregado se concentra en las cosas que más amaba en vida el difunto: comidas, bebidas y música de su preferencia”.
– Señor, por aquí has de ir. Mira, no pierdas el camino.
De esta manera se iba diciendo al gran Cazonci, después de que éste moría. Llevábanle a media noche por toda la población con trompetas y grandes ochones de ocote; todos señalando el camino que el alma del Señor debía de seguir en su camino sin regreso. DE AGUILAR Fray Jerónimo. La Relación de Michoacán.
Caído el sol del uno de noviembre los señores jóvenes se reúnen en la plaza; los músicos se buscan para acompañar a los soldaditos y los vecinos del poblado se concentran para atestiguar la conformación de la cuadrilla: los más rápidos, los más fuertes, los más intrépidos. Sólo once soldados, un comandante y el capitán. El pelotón necesita armas, éstas se obtendrán de los arotes (cañuelas) que han dejado las primeras cosechas de maíz en los solares. Armados para defender su condición, con su porte de militares y sus armas al hombro, hacen las primeras demostraciones de fuerza, arrojo y disciplina en la explanada de la plaza. Las almas se concentran en el centro de la vida cotidiana: la plaza del pueblo.

– ¡Cuéntense! – ha dicho el capitán a los soldaditos, ¡Números! –, termina diciendo al comprobar que están completos y que se puede iniciar el recorrido por la población.

Señala Arturo Oseguera Huanosto en un ensayo sobre el tema que, “visitarán las casas de los difuntos nuevos del ciclo que se cierra con el noviembre actual. Se han puesto de acuerdo con el director de la banda de música sobre el rumbo que facilitará el recorrido. Toda la gente del pueblo está en espera; correrán los soldados, la banda entonará lo mejor del repertorio de la música de San Pedro Zacán y la gente acompañará a las almas-soldaditos en el camino que mejor les sea señalado. Los soldaditos-almas no se cansan con las carreras, no se emborrachan con sus licores escogidos, no se llenan nunca con sus comidas preferidas y se extasían con la música de su agrado”.

E iban todos los señores y toda la gente al patio del Cazonci muerto, delante sus casas, y sacábanles allí mucha comida que era del Cazonci muerto, que habían hecho para entonces; maíz cocido blanco. DE AGUILAR Fray Jerónimo.

“Esto hacían después de enterrar al Cazonci, comer todos y engordar la tristeza. De la misma manera, toda la gente acompañante de los soldaditos-almas, comerán los nacatamales que en casa del difunto han preparado. La gente come y se entristece. Los soldaditos, antes de hacer sus degustaciones, juegan con la pena, tratando de borrar todo vestigio de dolor o de tristeza. Entraron por la puerta y salieron por el solar; en sus carreras han incursionado en la cocina apagando fuegos y tirando ollas, y, si en el camino encuentran tropiezos: puertas, bancos, sillas, alambres, escaleras, montones de leña, grupos de gente amotinada, etcétera, ya por medio de la fuerza, ya por la agilidad, desbaratarán tales obstáculos, dejándolos, en la mayoría de casos, inservibles. Después beben lo que se les ofrece, comen ofrendas y nacatamales y piden alguna melodía de sus predilecciones, saboreando y gozando el tiempo que es exclusivo de su noche: la Noche de los Fieles Difuntos”.

“Del ejército de almas que pueblan el tiempo, éste grupo de «soldados de Dios», año con año marcará las rutas que les fueron negadas en vida a los últimos difuntos y que han regresado para que los vivos prestemos ayuda en su camino al eterno reposo”.



 







El día de Muertos en México es una fiesta que vale la pena vivir. Por eso desde el 2003 la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoce esta tradición mexicana como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En el calendario agrícola, la festividad de día de muertos coincide con el final del ciclo del maíz y esto se reitera de alguna manera el homenaje que se le hace a la muerte a través de ofrendas llenas de comida, donde la base es el mismo maíz.
Las ofrendas forman parte fundamental de la festividad del Día de Muertos, pues es una manera de hacer que nuestros difuntos nos visiten para volver a gozar de los placeres mundanos. Así es como una vez al año, las casas mexicanas y muy en especial las de los pueblos indígenas, abren la puerta para recibir a sus antepasados.
También se conoce esta festividad como los Fieles Difuntos y se divide entre los difuntos chiquitos y los adultos, pues a cada uno se le ofrendan cosas diferentes. A los niños o angelitos se les pone dulce, chocolate y juguetes; mientras a lo difuntos adultos se les pone comida más elaborada y en su mayoría la bebida alcohólica de su preferencia, sin que pueda faltar las flores que complementan la belleza de los altares. Cada región del país posee una manera particular de celebrar a sus muertos por ello es importante conocer la diversidad de ofrendas y sus significados más cercanos.
Cada pueblo y región ofrece variados diseños e ideas para este evento, pero todos con la misma finalidad: recibir y alimentar a los invitados, y convivir, con ellos. Y La region P'urhepecha no sepodia quedar atras, ya qe es una de las mas representativas de esta tradicion nivel mundial.


"La comida ritual se efectúa en un ambiente regiamente aderezado en el que vivos y muertos se hacen compañía.


Cada pueblo y región ofrece variados diseños e ideas para este evento, pero todos con la misma finalidad: recibir y alimentar a los invitados, y "convivir" , con ellos”.


Es de todos bien conocida por nosotros los P'urhepechas y tambien a nivel nacional y en el mundo que en la zona Lacustre de los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, la fiesta dedicada a honrar la memoria de los muertos se manifiesta con todo su esplendor.

Cualquiera que tenga la fortuna de apreciar todos los preparativos y la magnificiencia de la Celebración de Día de Muertos, en Janitzio o en Pátzcuaro, se lleva una experiencia inolvidable.

Y en tu comunidad como celebran esta tradicion? Cuentanos


Ofrenda de Jarácuaro, Erongarícuaro, Michoacán. Pueblo indígena p'urhépechas (purépecha).
Los p'urhépechas habitan principalmente en la zona lacustre y montañosa del estado de Michoacán. Es tradición que a los difuntos que cumplen el primer año de su fallecimiento se les realice un novenario que inicia una semana antes de las fechas de todos santos.
Dos días antes de concluir el novenario se sacrifica un cerdo para que la carne esté lista para el pozole que se ofrecerá el día noveno. Este día llegan los padrinos de bautizo del difunto, ellos llegan con el arco de carrizo ya adornado con flores de cempasúchil y terciopelos. Después de hacer los rezos y poner la ofrenda se come el pozole entre los asistentes para después llevar el arco al panteón. Ahí se inicia la velación que dura toda la noche hasta el amanecer.
En la casa del difunto queda el altar que dura dos días más después de la fecha 2 de noviembre, el arco floral se queda en el panteón y las frutas y panes que tenía el arco se desprenden y se llevan al altar del difunto.

Fuente: http://www.cdi.gob.mx

http://www.diademuertos.com/

1 comments:

Noemi dijo...

un saludo afectuoso desde El Salvador Centroamerica, desde mi blog
www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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